Divulgación oftalmológica

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Enfermedades que apagarán tu visión

Enfermedades que apagarán tu visión

La visión es quizá el sentido más relevante a la hora de relacionarnos con nuestro entorno, por lo que conviene cuidar nuestros ojos de agresiones internas y externas para mantener una buena calidad de vida. Existen varias afecciones oculares que sin tratamiento pueden provocar pérdida de visión o incluso ceguera, aunque si es cierto que la Medicina nos ha permitido poner freno al avance de muchas de ellas. Por este motivo resulta vital la detección precoz de estas patologías. No se trata simplemente de someternos a una revisión ocular con periodicidad, sino de acudir a un especialista si existen antecedentes o ante cualquier síntoma de anormalidad.

Algunas enfermedades oculares si no son tratadas a tiempo pueden dar lugar a un severo daño visual. Conviene, por tanto, que conozcamos algunas de estas patologías de las que ninguno de nosotros estamos totalmente libres de padecer:

El Glaucoma

Esta enfermedad es probablemente la principal causa de ceguera, de no tratarse, en el mundo occidental. Se caracteriza por un daño en el nervio óptico relacionado generalmente con aumento de la presión ocular. Es decir, un aumento de la presión de uno de los fluidos que rellena nuestros ojos, el humor acuoso. Es una enfermedad que puede ser por tanto muy grave en términos visuales, ya que la ceguera que ocasiona es permanente. En un principio afecta a la visión periférica o lateral, aunque acabará afectando a la visión central. Se desconocen las causas exactas que desencadenan esta patología, aunque el factor genético parece determinante, dado que con frecuencia se ha diagnosticado a varios miembros de una misma familia afectados del mismo tipo de glaucoma.

La detección inicial del glaucoma es muy sencilla, mediante la realización de una prueba de medición de la tensión ocular. En caso de registrar una tensión anormalmente alta, el paciente debe ser considerado sospechoso de padecer la enfermedad, por lo que se le realizarán pruebas adicionales como un examen del campo visual o un escáner del nervio óptico, entre otras.

Existen aparatos para medir la tensión ocular que son utilizados de manera automática en muchas ópticas. Sin embargo su fiabilidad no es infrecuente que sea menor de la deseable. La valoración por el oftalmólogo es con frecuencia la manera más eficaz de llegar a un diagnóstico correcto.

Síntomas de la enfermedad

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Lamentablemente se trata de una enfermedad que en sus estadíos iniciales cursa sin síntomas, por ello se le conoce como «el ladrón silencioso de la visión». Cuando la enfermedad está avanzada se sufre una pérdida de visión progresiva.

Tratamiento

El tratamiento del glaucoma depende del paciente y lo avanzada que esté la enfermedad. Los tratamientos utilizados son de cuatro tipos: medicamentos, láser, cirugía o una combinación de los anteriores.

Los medicamentos para el glaucoma se administran principalmente en forma de colirio o gotas oculares. Existen diferentes tipos de colirios y no existe una solución única para todos los pacientes. En función de las características de cada caso el tratamiento será distinto, por lo que es necesario probar diferentes tipos de gotas hasta alcanzar el control de la presión ocular.

El tratamiento quirúrgico, bien con láser o con cirugía convencional, se hace necesario en los pacientes en los que el tratamiento con gotas (colirios para el glaucoma) no ha conseguido detener la progresión de la enfermedad. En el Instituto Oftalmológico Amigó disponemos de las técnicas diagnósticas y quirúrgicas más avanzadas. Conviene recordar que el tratamiento en imprescindible para detener la progresión de la enfermedad, por lo que el control oftalmológico repetido en el tiempo es esencial

Degeneración Macular Asociada a la Edad (DMAE)

Ancianos con gafas

Ancianos y los problemas de la visión

La mácula es el área de la retina responsable de la parte más importante de nuestra visión central. Con la edad, nuestra mácula puede sufrir daños por degeneración y deterioro por diversas causas, entre ellas el envejecimiento. La mácula está ubicada en la zona central de la retina, justo al lado del nervio óptico. Esta diminuta área amarillenta está formada por tejido muy sensible a la luz y es la encargada de dotar de nitidez a nuestra capacidad visual.

Síntomas de la DMAE

Cuando la mácula se ve afectada, se pierde claridad en el campo visual central y las imágenes se verán borrosas. Tener una edad avanzada y comenzar a tener este tipo de síntomas debe hacernos sospechar que se trata de esta patología.

Tratamiento

Actualmente existen varios fármacos denominados antiangiogénicos que se aplican directamente a la cavidad ocular con inyecciones intravítreas, es decir, administradas directamente al interior del ojo. Con estos nuevos medicamentos de última generación se consigue retardar cuando no curar la degeneración, e incluso en algunos casos mejorar la agudeza visual perdida.

Desprendimiento de retina

El desprendimiento de retina se produce cuando por un golpe, un desgarro o por otra afección, la retina o parte de ella se “despega” de su lugar habitual. La retina es la responsable de captar las imágenes que nos llegan del exterior, dado que se proyectan en ella. Cualquier daño en esta estructura afecta directamente a la visión.

En esta patología la atención quirúrgica urgente es vital para evitar daños permanentes en la visión. Por ello, debemos prestar una atención especial a los síntomas:

• Destellos luminosos de aparición brusca.
• Visión turbia o borrosa.
• Zonas oscuras en el campo visual.
• Notar que aparece una “cortina” en uno de los ojos.
• Visión súbita de moscas volantes (miodesopsias).

Tratamiento

El desprendimiento de retina precisa de atención urgente y especializada. Existen varias posibilidades de tratamiento. Se puede usar el láser para sellar los desgarros y perforaciones en la retina. También el especialista puede colocar una burbuja de gas en el ojo, un tratamiento que se conoce como retinopexia neumática, aunque está cada vez más en desuso en favor de otras técnicas.

Los desprendimientos de retina más graves requieren de cirugía en un centro hospitalario para la realización de procedimientos como la Introflexión o indentación escleral para empujar suavemente la pared del ojo hacia arriba contra la retina, o la Vitrectomía para extraer el gel o el tejido cicatricial que daña a la retina. Esta última intervención se usa para desgarros retinianos mas graves o en casos donde otras técnicas tiene un peor pronostico visual.

El pronóstico depende de muchos factores, pudiéndose recuperar totalmente la visión, especialmente cuando el tratamiento no se demora innecesariamente. Sin embargo, si los cuidados no son los adecuados o la atención médica no ha sido inmediata es probable que se pierda parte de la visión. Si no se trata, la consecuencia más probable es la ceguera.

Retinosis pigmentaria

La retinosis pigmentaria es una enfermedad degenerativa y hereditaria que provoca una pérdida progresiva de la visión, que en muchos casos conduce a la ceguera. Se nace con ella y se desarrolla a lo largo de la vida, aunque de distinta forma según el paciente.

Síntomas de la enfermedad

• Ceguera nocturna
• Reducción de la visión periférica
• Deslumbramiento y fotosensibilidad
• Disminución de la agudeza visual
• Alteración de la percepción de los colores

Tratamiento

No existe un tratamiento eficaz contra la enfermedad. Se recomienda el uso de gafas de sol para proteger la retina de los rayos UV. Asimismo, se aconseja un seguimiento exhaustivo del paciente, con el fin de tratar afecciones asociadas a esta enfermedad, como la catarata y la inflamación de la retina.

Neuropatía óptica isquémica e inflamatoria

Debemos sospechar de que estamos ante una neuropatía óptica isquémica e inflamatoria cuando de forma repentina se pierde la visión central, periférica o ambas. En especial cuando esta pérdida afecta a la parte superior o inferior del campo visual de un ojo. Esto se debe a la disminución o interrupción del flujo sanguíneo que nutre al nervio óptico. Esta parte del ojo debe recibir constantemente el aporte de nutrientes y oxígeno. Si este se interrumpe, su función quedará gravemente comprometida. La pérdida de visión dependerá del área dañada del nervio óptico, existiendo un riesgo elevado de ceguera total.

Síntomas de la neuropatía óptica

El principal síntoma es la pérdida de visión repentina. Normalmente ocurre al despertar.

Tratamiento

Lo cierto es que no existe un tratamiento totalmente efectivo para la neuropatía óptica isquémica. Lo habitual es prescribir corticosteroides (cortisona o derivados) para reducir la inflamación de las áreas afectadas y para prevenir el daño en el otro ojo. Esta enfermedad puede ser el indicativo de que existe un factor cardiovascular que la desencadena, por lo que también se ataca ese problema de la salud general para evitar daños posteriores.

Otros procesos isquémicos de la retina que causan ceguera

Conviene también enumerar otros procesos isquémicos que causan ceguera como son la retinopatía diabética, la trombosis venosa de retina y el embolismo arterial de retina.

Retinopatía diabética: la diabetes es una enfermedad relativamente frecuente que ocasiona múltiples complicaciones si no es controlada con rigurosidad. Por supuesto, los ojos también están expuestos a sus efectos. La retinopatía diabética es una de estas consecuencias, ya que la enfermedad puede dañar los vasos sanguíneos que nutren a la retina, afectando a su funcionalidad. El tratamiento más eficaz es el control de la diabetes, aunque también existen fármacos que evitan la proliferación de vasos anormales.
Todo paciente diabético debe visitar con regularidad para que este valore el fondo de ojo.

Trombosis venosa de retina: se presenta en pacientes con patología arterial previa como la arteriosclerosis y la hipertension arterial entre otros. Algunos medicamentos como los anticonceptivos orales pueden favorecer la aparición de trombos, algo en lo que también incide la deshidratación. Es importante controlar los factores de riesgo, ya que una vez producido el daño en ocasiones es irreversible.

Embolismo arterial de retina: se trata de la oclusión de la arteria principal que nutre a la retina, lo que significa que nos encontramos ante una patología muy grave. La retina se queda sibitamente sin suministro de oxígeno, lo que provoca la pérdida total o parcial de la visión en el ojo afectado. Este es un proceso indoloro. Normalmente el perfil del paciente es mayor de los 50 años y con antecedentes de enfermedad cardíaca e hipertensión. Ser fumador también representa un factor de riesgo importante. La paracentesis urgente (evacuar líquido acumulado) y el masaje ocular han resultado ser útiles en el tratamiento de este evento.

Por supuesto, estas son solo algunas patologías oculares graves, quizás las más conocidas y frecuentes. Existen otras algo menos comunes pero cuyo pronóstico visual puede llegar a ser igual de grave que las hasta aquí enumeradas. El mejor tratamiento es la prevención, por ello es vital que no dejes de visitar a un especialista ante cualquier síntoma.